miércoles, 22 de octubre de 2014

“¿De qué raza serán los petroleros?”



Petróleo

El juicio del siglo


“¿De qué raza serán los petroleros?”, comentaba un viejo colono de la Vía Aucas en el día del lanzamiento del libro “UDAPT Vs. CHEVRON, las voces de las víctimas”. Este libro “Cuenta la historia de la condena judicial a CHEVRON-TEXACO por haber cometido el mayor crimen ambiental que registra la historia de nuestro planeta en las provincias amazónicas ecuatorianas de Sucumbíos y Orellana”, escrito por Luis Yanza. “De la misma raza que la Chevron-Texaco y su familia ampliada”, le respondí. ¿De los que contaminan la amazonia y acusan a indígenas y colonos de sabotaje por las rupturas del vetusto oleoducto? ¿De los que bombardean civiles en las ciudades de los países árabes petroleros del Medio Oriente y Norte de África? ¿De los que planifican la extracción inconsulta del petróleo del territorio de la nacionalidad originaria Tagaeri-Taromenani, en aislamiento voluntario (PIA)?.


Hay varias categorías de petroleros: 1- Los obreros del petróleo que, por un sueldo mínimo, se “sacan la madre” en estos montes impenetrables e insalubres. Son la punta de lanza de las empresas y, a veces, mueren matando Taromananis: son la carne de cañón. 2- Los petroleros malos: compuesto por relacionadores comunitarios, 100X100 fidelísimos servidores ¡Más empresarios que la misma empresa!; abogados, jueces, ingenieros petroleros de campo…, son los amos de turno, aunque de segunda. Siempre fallan a favor de la petrolera y condenan al ciudadano. 3- Los “halcones del petróleo” que pisan fuerte, aunque no funjan como petroleros dicen: Somos país petrolero, somos Estado Soberano, somos los honorables ministros, somos señores funcionarios de hidrocarburos, somos los excelentísimos cancilleres y embajadores, soy el Sr. Gerente General de la Empresa tal… Todos apostados junto a los varios grifos de salida del petróleo.

 En el mundo petrolero, lo inconcebible es lo más normal: como que una waorani escriba al Vicepresidente de la República proponiéndole un jugoso negocio de explotación petrolera en el Campo Armadillo en cuyas cercanías se llevó a cabo la masacre de los Tagaeri-Taromenani hace menos de dos años. Señora María fue además socia de madereros ilegales que, con licencia para aserrar y matar entraban a la zona intangible de las selvas del Yasuní, donde regían las Medidas Cautelares promovidas por el MAE. Los 17 waorani acusados por las muertes, aunque solo 6 estén detenidos en la CDP (Centro de Detención Provisional) del Coca, prácticamente, fungen como brazo armado genocida de estos mercenarios del dólar que, de parecida manera y en varias partes negocian el petróleo de los territorios intangibles de los PIA. ¡Da lo mismo!

 A un absolutista rey de Francia  la historia le atribuye la frase “París bien vale una misa”, Los cuantiosos millones de dólares del petróleo bien valen el exterminio de la selva y de sus pueblos originarios. Se insiste a tiempo y a destiempo, de mil modos y maneras que en las zonas petroleras no hay indígenas en aislamiento. Ocurre, sin embargo, que aunque “nadie les dé permiso para salir de su zona de aislamiento”, a los Tagaeri les coge el antojo de darse un paseíto por las trochas frecuentadas por los petroleros y aparece algún lanceado en las primeras páginas de los periódicos. ¡Trágica y vergonzante noticia!

Voy a contar otro chisme de mal gusto referente a la reciente masacre Taromenani, todavía no resuelta por la fiscalía después de casi dos años de empeñosa y sesuda investigación. Cuentan los sabidos en leyes de la ciudad del Coca que las fotografías de mujeres y niños taromenani disparados y muertos, que circularon por las calles, prensa y televisión no son instrumento válidos de prueba, que tampoco valen las narraciones de los propios ejecutores de los asesinatos, porque no han aparecido los cadáveres. Conclusión lógica: no ha existido la tal masacre, es una leyenda más en torno a los misteriosos waorani que se mimetizan en la espesura como fantasmas, ¡a otro perro con ese hueso, dicen! Se podría acusar, más bien, a los que han propagado la noticia por promover el pánico social, según el nuevo código penal.

Otro chisme de los ilustres petroleros de tercera: El mes de Agosto del 2013 anuncian a bombo y platillo la explotación de los bloques 31 y 43 del Yasuní con los mejores estándares nacionales e internacionales de exploración y explotación, de la categoría “de punta”: que implica movilización aéreo transportada para preservar intocada la ecología de la reserva biológica de la ONU del PNY, construcción de plataformas de perforación en racimo, por las mismas razones y evitar más fácilmente la posible contaminación, construcción de senderos ecológicos con pasos elevados (puentes) entre el canope de los árboles para que se columpien los monos araña, pasos subterráneos (sotopasagio) para las dantas, watusas, sajinos y otros animales pedestres y sendas superficiales para las caminatas de los sufridos petroleros. Todo maravilloso, hasta que aparecieron unas fotos satelitales que nos presentan otra realidad: una amplia herida en el bosque a través de la selva desde el Tiputini hasta la estructura Apaika, en el centro del bloque 31, una gran vía por la que circulan semovientes de todo tipo (camionetas, trailers y tractores…) en ambas direcciones, sin overpases para monos ni sotopasagios para las dantas, amplias plataformas de perforación en Apaika y tecnología de costado en vez “de punta” a lo largo del “sendero ecológico”.

 El mes de julio del 2014 en la ciudad de Francisco de Orellana (Coca) se hizo la presentación del libro “UDAPT Vs. CHEVRON de Luis Yanza. La trama gira en torno al JUICIO, llevado por más de 30.000 amazónicos y un buen número de organizaciones e instituciones “aliadas” contra la compañía petrolera CHEVRON-TEXACO. El JUICIO terminó con un jaque mate el 14 de febrero del año 2011 en favor de los afectados, después de 17 años de lucha llevada a cabo, mayoritariamente por campesinos-colonos e indígenas. Pero la “CONDENADA” no murió. Matarla sería matar al sistema, pero el sistema no muere. El sistema somos nosotros. ¡Se había ganado la batalla contra uno de los principales gigantes petroleros del mundo! Se logró lo que parecía imposible: condenar a la CHEVRON-TEXACO

El libro que merece la pena leerse, concluye: “Finalmente, el 14 de febrero del año 2011 fue el DÍA. Día que a ratos estaba cerca, pero que se alejaba debido a las continuas artimañas y obstáculos que la Chevron utilizaba para que no llegara. Pero la constancia y la sed de justicia de más d 30.000 afectados, apoyados por los aliados locales, nacionales y extranjeros y el compromiso incondicional de los abogados, hicieron que, aunque un poco tarde, llegara el DÍA (pg. 302).

Algunas reflexiones: 1. El Caso de la petrolera Texaco demuestra que las realidades sociales de los pobres, para que den fruto necesitan largos procesos con sus luces, sus sombras y esfuerzos colectivos, para que las victorias sean también colectivas. 2. Los procesos sociales de las organizaciones se inician y mantienen sobre hombres y mujeres de carne y hueso (no sobre entes estatales y organizaciones políticas del sistema), que nacen, crecen y se desarrollan en la lucha planificada. Su caldo de cultivo es la lucha social. 3. Los procesos sociales desde los pobres, precisamente por eso, necesitan de alianzas estratégicas (no de dueños del proceso), que inyecten mística, economía, estrategias, estructura, asesoramiento y que lleven a un contagio mutuo y potente. A un aprendizaje que genere tesón para mantenerse, aún contra imposibles e invencibles obstáculos.

La batalla ganada el 14 de febrero del 2011 fue el resultado de un gran esfuerzo colectivo de los principales protagonistas del juicio (los afectados) y el apoyo de decenas de organizaciones sociales, instituciones sensibles con la causa de los pobres, artistas, ciudadanos e incluso algunos políticos honestos. El Caso Texaco ha mantenido unidos y movilizados a gran parte del campesinado-colono y comunas indígenas de las provincias amazónicas de Orellana y Sucumbíos por 20 años. Es un favor positivo incalculable a la lucha por los derechos del pueblo. Para seguir adelante en las trincheras sociales de los pobres se necesita una coordinación fuerte y lúcida. Desde hace algunos años atrás no ha habido otra instancia de referencia social y debe seguir de alguna manera, porque se sigue vendiendo la selva y a sus legítimos dueños por un chorro de brea.

El Caso de la condena de la petrolera Texaco ha demostrado que, a pesar de las difusas realidades políticas adversas, un liderazgo alternativo que guíe los intereses de los pobres, es posible: Ha mantenido, con altura, la lucha social de los pobres, la crítica a las grandes corporaciones extractivas de recursos naturales y a los liderazgos políticos que manipulan a las organizaciones. Presenta un estilo de liderazgo que, apoyado en valores, principios de los pobres y cultivado en la práctica de la militancia de las organizaciones sociales, aguanta la prueba de las presiones económicas de las empresas y las tentaciones políticas de los “amigos”, en cada proceso electoral. Esto se ha podido sustentar y ha logrado sentar las bases para que las estructuras de los afectados no resultaran manchadas con ningún color político ni económico. Este es un sello de garantía y credibilidad en todo proceso de resistencia activa organizada para los miles de pobres y descartados.

 En torno al Caso de la petrolera Texaco aúllan lobos carroñeros feroces vestidos de piel de oveja en busca de su presa. No hay que olvidar que las raíces el Caso Chevron-Texaco, el proceso de lucha, la victoria contra el sistema y lo que sigue, son económicas y nos pueden envolver en su red de intereses políticos, ambiciones, individualismos y corrupción.  

Achakaspi

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