Se trata de que los pueblos participen de manera activa en defensa de la Amazonía, de sus biomas, de sus territorios y de la población que vive en constante amenaza.
La Amazonía y con ella todos sus pueblos están siendo golpeados de una manera feroz por la pandemia. Se trata de una fuerza enorme que ejerce una gran presión en la vida de las pueblos, tal es así que los pueblos indígenas, además, de continuar defendiendo sus territorios frente a la fuerza del extractivismo imperante, ahora les toca enfrentar el avance de un virus que cada día arrasa con poblaciones ancestrales, al punto de poner en peligro la supervivencia de los pueblos más vulnerables, por ejemplo, los pueblos en aislamiento y contacto inicial.
A esto se suma, la exclusión histórica de sus derechos y la ausencia de un estado que no ha podido garantizar los servicios básicos y la infraestructura de salud y educación. ¿Cómo es posible que las aguas dulces de la Amazonía represente el 15 al 20 % del agua dulce del planeta y todavía existan poblaciones sin agua potable para enfrentar las graves consecuencias de una pandemia que ha venido a poner en riesgo a los más vulnerables?
Pero no son solamente las poblaciones indígenas las que se encuentran en una grave situación de vulnerabilidad, lo son también los migrantes, los afrodescendientes, la misma población urbana asentada en grandes ciudades como Manaos e Iquitos que están sufriendo el contagio del Covid 19 en grandes proporciones. Se sabe que la mayoría de las poblaciones que habitan las periferias de la urbe de estas grandes ciudades son poblaciones indígenas que dejando sus tierras han venido en la búsqueda de mejores oportunidades.
El último 18 y 19 de julio se ha desarrollado la Primera Asamblea Mundial por la Amazonía. El resultado fue una declaración que señala: “Porque el ecocidio, etnocidio y terricidio avanzan peor que el virus”[1]; incluso, llama a la población mundial a enfrentar juntos acciones que liberen la Amazonía y a los pueblos que la habitan de graves riesgos a la vida que pasan más allá de una pandemia.
La devastación que sufren cada día los bosques amazónicos y los serios riesgos de existencia que se avecinan y tienen fijas sus miradas a todos los biomas que componen la panamazonía son motivo de serias discusiones y debates que proponen a la población mundial a buscar un diálogo conjunto con todos los pueblos ancestrales del mundo. Porque no se trata sólo de la Amazonía, sino de toda la casa común. Entonces, lo que le suceda a la casa común nos implica a todos porque “un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios”.[2]
En conclusión, hagamos nuestra la campaña que ha empezado esta semana: AMAZONÍZA-TE. Hagamos que los líderes de los pueblos y de las comunidades tradicionales articulen acciones para el cuidado de la casa común. En esta tarea se ha sumado la Iglesia en la Amazonía, aliada de los pueblos indígenas; del mismo modo, se han unido diversos organismos eclesiales, artistas, formadores de opinión, científicos e investigadores.
[1] Cf. https://asambleamundialamazonia.org/2020/07/20/declaracion-de-la-primera-asamblea-mundial-por-la-amazonia/?fbclid=IwAR2DvByBXSLT_vHAfPlS4Hyde3OQGDDpYkNYlHC1jJOEX9GnstILPtJ0I3A
[2] Discurso en Santa Bárbara, California (8 noviembre 1997); cf. John Chryssavgis, On Earth as in Heaven: Ecological Vision and Initiatives of Ecumenical Patriarch Bartholomew, Bronx, New York 2012.