AMAZONÍA: DESAFÍOS Y PROSPECTIVAS PARA LA CASA COMÚN
Convención en preparación para el Sínodo de la Amazonía
Organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana, la Red Eclesial Panamazónica, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Movimiento Católico Mundial por el Clima y el Joint Diploma en Ecología Integral.
[Escuchar el audio: en este link: COMPARTIENDO UNA EXPERIENCIA]
Una
experiencia de acompañamiento
al pueblo amazónico
Por Roberto
Carrasco Rojas, OMI
Misionero
Oblato de María Inmaculada – PERÚ.
Para comprender el contexto
El
Perú es un país pluricultural y multilingüe. Dentro de su territorio conviven
muchas culturas: pueblos indígenas u originarios, blanco-mestizos y
afroperuanos. En total, en el Perú son 55 pueblos indígenas u originarios, con 48
lenguas originarias: 44 amazónicas y 4 andinas pertenecientes a 19 familias
lingüísticas.
La
cuenca del Alto y Medio Napo peruano está ubicada en la región Loreto, que
limita con el Ecuador; en ella existen: Kichwas
(de la familia Quechua Napo), Muruy
Muinane (de la familia Huitoto), Airo
Pai, conocidos como Secoyas y Mai Juna, también como Orejones (ambos de la familia Tucano),
y los Arabelas (de la familia
Záparo).
Para
un indígena naporuna, vivir en sociedad es propio tanto de los seres humanos
como de la naturaleza: todo está relacionado. La cosmovisión naporuna enseña que hay un Espíritu –el SAMAY–,
una fuerza que busca la unión. Pero también hay otra fuerza que desune,
desbarata, destruye. Por lo tanto, la sociedad humana debe organizarse según un
espíritu, unas ideas y pensamientos. No hay cabida para el espíritu de
desigualdad. Sin embargo, según ellos mismos, hoy lo que se impone es el
espíritu de competencia.
Los
naporunas tienen relaciones de reciprocidad y de prestaciones de servicio.
Cuando hay oposición se complementan para llegar a ser completo. Se multiplican
en pequeñas sociedades para repetir la misma vida. Su punto de vista es el complementarse y el
de establecer relaciones de reciprocidad y de servicio. De allí la importancia
del trabajo comunitario, llamado Minka.
Se puede decir que las características fundamentales de su organización social
son la búsqueda del equilibrio, la armonía, la igualdad, la reciprocidad, el
servicio en todas las manifestaciones sociales.
Cuatro momentos, con rostros concretos
A
finales del 2008 la “Huelga Amazónica”
ya había comenzado en el Perú. Ese año el gobierno del presidente Alan García
Pérez, estaba por decretar algunas leyes que favorecían el crecimiento
económico del país. Sin embargo, este hecho en sí mismo positivo, vulneraba el
derecho a la participación y a la Consulta de los pueblos, porque el presidente
pretendía hacerlo sin escuchar de ninguna manera la voz de los pueblos
amazónicos. Más adelante algunos analistas llamaron a esta medida gubernamental
"la política del perro del
hortelano", queriendo con ello ironizar utilizando esta misma frase
pronunciada por el presidente cuando sostuvo que los pueblos “ni comen ni dejan
comer”. Al final, el presidente arbitrariamente, pero con traje democrático,
promulgó dos leyes y cinco decretos legislativos. Esto provocó diversas
reacciones, que luego dieron lugar a un conflicto trayendo como resultado muerte
y desaparición en la región amazónica. En medio de este contexto, el
investigador del Instituto de Estudios Peruanos, Antonio Zapata, escribía: "Esta política se ha condensado en una
serie de decretos leyes que los amazónicos consideran atentatorios contra sus
derechos ancestrales". El gobierno movilizó tropas de militares y
policías a diversas zonas; situación nunca antes vistas por la población
amazónica.
Fue
en este contexto histórico donde empieza mi ministerio sacerdotal. Lo que aquí
quiero hacer es simplemente compartir con ustedes, algunas de mis experiencias
de acompañamiento pastoral a los pueblos amazónicos.
Nosotros
los Misioneros Oblatos estábamos en el Puesto de Misión de Santa Clotilde,
río Napo, jurisdicción del Vicariato Apostólico San José del Amazonas.
Este tiene 14 puestos de misión, la mayoría de ellos a cargo de mujeres
comprometidas con la Amazonía, sea religiosas o laicas. Una de ellas, que
merece mención especial, es la Hna. Lupita del Putumayo con casi 50 años de
labor y presencia misionera. Los sacerdotes éramos solo siete, más el obispo,
para un territorio cuya extensión aproximada es de 155,000 km2 cuyos
límites fronterizos son el Ecuador, Colombia y Brasil. Solo la parroquia Nuestra
Señora de la Asunción, ubicada en Santa Clotilde, abarca un recorrido, de norte
a sur, de aproximadamente 450 km sobre río. Vemos entonces, que el primer
impacto era la tremenda cantidad de tiempo y energía que implica moverse y visitar
los 124 pueblos que forman parte de la jurisdicción parroquial.
1. El conflicto en el río Napo
Nosotros
estábamos tan lejos que no comprendíamos lo que sucedía en la región y el resto
del país. Por esta parte del Perú no hay periódicos, no hay noticieros que
informen lo que sucede. Solo una pequeña radio local que con música y algunos
avisos entretiene a la población de Santa Clotilde. En los demás pueblos de la
cuenca ninguna información de lo que estaba sucediendo en sus territorios.
El
año anterior, el 2008, el gobierno del ex presidente Alan García Pérez estaba pensando
dar luz verde a una transnacional petrolera, para que pudiera desarrollar el
proyecto de “Construcción del Oleoducto y
Línea de Diluyente CPF-Andoas Para Uso Propio”. Se trataría de la
explotación comercial del Lote 67 que estaba siendo operado por Perenco Peru
Limited Sucursal del Perú (de inversión anglo-francesa). Era sin duda un
negocio gigante: se trata de un lote petrolero muy ambicionado y con
importantes reservas de petróleo. Los informes indican más de 300 millones de
barriles, que permitiría producir 100 mil barriles diarios, solo en ese lote. Se
sabe que toda la Amazonía peruana está lotizada y entregada a las
transnacionales petroleras y gasíferas. Recordemos que después de la Segunda
Guerra Mundial, es Alemania quien empieza una presencia extractiva petrolera en
la región (año 1945 en Maquía, cerca de Contamana – Loreto).
En
los años 2008 y 2009, las federaciones indígenas de la cuenca, FECONAMNCUA –Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo, Curaray y Arabela–,
y ORKIWAN –Organización Kichwaruna Wankurina del Alto Napo– estaban viviendo
un tiempo de debilidad organizacional a causa de las diversas descoordinaciones
y abandono de sus dirigentes. Ninguna autoridad del estado decía “esta boca es mía”. En este contexto,
las dos organizaciones indígenas me piden un trabajo de asesoría. Este hecho me
convierte en testigo presencial del conflicto que narro a continuación.
Entonces,
en medio de esta huelga amazónica, la población indígena acordó bloquear el
paso tanto a las embarcaciones de la petrolera, como también a las comerciales.
Ninguna podía atravesar el bloqueo ubicado en pleno río, a la altura de la
comunidad nativa kichwa de Copal Urco. AIDESEP
–Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana– en medio de esta coyuntura
declara: "Nuestros pueblos no han sido escuchados, en el colmo de la agresión, vemos que ahora se pretende privatizar y
concesionar las aguas que son fuente de nuestra vida convirtiéndolas en una mercancía.
El gobierno entrega los lotes petroleros a las empresas transnacionales”. Cabe
precisar que según un "Estudio sobrela actuación de la empresa petrolera Perenco en el lote 67", realizado
por el CAAAP –Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica– y Cooperacción,
advierte que "todos los lotes
petroleros, incluyendo el lote 67 se superponen a los territorios ancestrales y
pertenecientes a los pueblos indígenas y las comunidades que se encuentran en
ellos. Además se superponen a áreas naturales protegidas donde los ecosistemas
son frágiles y de alta biodiversidad".
A
finales de abril del 2009, con P. Jack McCarty y P. Edgar Nolazco (párroco) nos
trasladamos a la zona del bloqueo para escuchar las demandas de la población
indígena apostada allí. No era fácil plantear un diálogo con ellos. En el local
de la comunidad de Copal Urco, una sola voz se escuchó esa mañana: "¡No
queremos que la Iglesia se meta!, ¡Váyanse!". Eran las voces que
se dejaban escuchar de parte de los líderes y apus kichwas y arabelas, del río
Napo y del río Curaray. Entonces, decidimos regresar a la localidad de Santa
Clotilde.
Llegó
el lunes 04 de mayo del 2009, y
sucedió algo que nos sorprendió: muy temprano por la mañana, escuchamos que
sonaba la puerta de la Casa de la Misión. "¡Padre, Padre, por favor
ábranos!". Se trataba de un grupo de líderes de la misma comunidad
que venían en representación de los que estaban en Copal Urco. Dialogaron con
nosotros y nos pidieron que los acompañásemos porque era inminente el temor de
parte de ellos frente a un posible conflicto que se desataba. Rápidamente junto
al párroco salimos inmediatamente en el bote de la Misión rumbo a Copal Urco.
Fuimos testigos de un serio conflicto. Ya en casa nos comunicamos con el Obispo
y nuestro Superior del Perú. Luego denunciamos el hecho y compartimos el
material (fotos sobretodo) con Radio La Voz de la Selva de Iquitos,
ya que pudimos registrar y recoger testimonios. Se trataba entonces de un enfrentamiento
nunca antes visto. "Tres personajes
contra uno": El Gobierno
del país (poder político), la empresa petrolera (poder económico) y las fuerzas armadas (poder
militar) versus los pueblos
indígenas del Napo. Esto marcó profundamente el inicio de mi ministerio
sacerdotal. Monseñor Campos ya me había advertido de la difícil situación de la
Amazonía cuando asumí la coordinación de la Pastoral Indígena del Vicariato. En
este primer momento, es imposible olvidar los rostros de quienes no entendían
la magnitud del enfrentamiento.
2. Metales pesados en la sangre
Cada
visita que hacíamos a las comunidades, además de celebrar la Palabra y la
Eucaristía, era para compartir la información de lo que había sucedido y empezar
a buscar las razones del porqué todo este conflicto en el río Napo. Es así que
con la ayuda de la Comisión Episcopal de Acción Social, comenzamos un trabajo
conjunto con el Vicariato para acompañar líderes y formarlos en temas sobre
Derechos Humanos y Colectivos. Empezó con ello la formación itinerante de
líderes sociales. Fue así que las federaciones indígenas nos pidieron que los apoyásemos
en su reorganización, y junto a profesionales católicos seguimos el trabajo que
nos permitió pasar a una segunda fase, el fortalecimiento institucional. Con
las autoridades del distrito decidimos formar un Comité Multisectorial para
dialogar y trabajar objetivos comunes. Un proceso de acompañamiento de pastoral
social que la parroquia asumió junto a las comunidades y a las organizaciones civiles
e indígenas. El apoyo del Comité de Justicia, Paz e Integridad de la Creación
de los Misioneros Oblatos nos animaba.
En
Santa Clotilde, dos misioneros y médicos trabajaban en el Centro de Salud a
cargo de la Misión. Se trata de P. Jack McCarty, Opraem y P. Mauricio Schroeder,
OMI. Ellos permanecieron allí más de 25 años. Recuerdo un informe escrito por
P. Jack (director de la Micro Red de Salud del Napo) dirigido al gobierno: el
título de este informe era “Metales pesados en la cuenca del Napo: un
informe preliminar de su efecto en el ser humano”. El documento
afirmaba que “durante los años 2008,
2009, y 2010 se había vuelto a realizar análisis de metales pesados en la
Cuenca del Napo. Esta vez encontraron niveles preocupantes de mercurio, plomo,
hierro, y cadmio en algunos de los puntos”. Esta situación empezó a
preocuparnos a todos. Naturalmente la salud de la población estaba en grave
riesgo si no se tomaba medidas. De solo pensar que la base alimenticia de un
poblador en la ribera está basada en pescado, yuca, frutas y algunas verduras y
carnes. Un alto índice de desnutrición infantil es todavía evidente.
Recorriendo los pueblos es imposible olvidar los rostros de los niños que
surcan y atraviesan el río con dirección a la escuela portando muchas veces
solo una pequeña olla de masato y algo de plátano para comer. El nivel de
educación es muy bajo, y es comprensible el porqué. Razón por la cual junto a
las organizaciones decidimos enfrentar esta problemática.
3. Encuentro con Achakaspi en el Ecuador
A
inicios del año 2011 nos quedamos sin Obispo. Pero la misión y la coordinación
de la Pastoral Indígena debe seguir. Quería experimentar recorrer desde
Iquitos, pasando por el río Amazonas y
luego casi toda la cuenca del Napo, surcando hasta Rocafuerte en el Ecuador (aprox.
unos 750 km de viaje). Acompañando la formación de animadores cristianos y
catequistas kichwas, fui al CEFIR – Centro de Formación Intervicarial Runa–
en Pompeya. En una entrevista a José Miguel Goldáraz, misionero capuchino, quien
trabaja hace casi 50 años en la Amazonía ecuatoriana – peruana, nos dijo que: “Nuestra labor como Vicariato del Aguarico -
Ecuador es sobre todo la defensa, en primer lugar, y sobre todas las cosas, del
hombre aunque sean de pueblos reducidos. Más
vale salvar una vida que enriquecerse con el petróleo. Y también la otra cuestión es la defensa de la Ecología del bosque… Por
eso el peligro, y nuestra pastoral es
totalmente decidida en defensa de los grupos humanos que tienen todo el derecho
y con toda razón de habitar sus tierras. Por un desarrollo económico mal
llevado y la explotación petrolera peor llevada, no hay razón para que se
elimine a estos pueblos de cualquier manera que sea o se los intranquilice, o que
se los saque de sus territorios y que se vean obligados a migrar a otras partes”.
Las palabras del P. José Miguel, conocido por los naporunas como Achakaspi (palo de hacha) son la de un maestro en la misión. Estas palabras
sintetizan lo que podríamos considerar como un proceso de acompañamiento
pastoral concreto a los pueblos amazónicos. No conocí a su fiel compañero de
batalla, el P. Juan Marcos Mercier, ofm
(quien falleció el año 2008, meses antes de mi llegada a la misión), pero la
herencia y testimonios que escuché de él por los naporunas, es que era un
místico en plena selva. Probablemente el que mejor sistematizó la
cosmovisión naporuna en todas sus obras.
En
ese tiempo, uno de los primeros resultados de este acompañamiento fue que las
dos federaciones ORKIWAN y FECONAMNCUA mediante un pronunciamiento se
dirigieron al ex presidente peruano Ollanta Humala, en estos términos: “Sabemos la existencia de altos niveles de
mercurio y otros en nuestra cuenca. Exigimos la publicación de los resultados
de estudios de metales pesados en las aguas de la cuenca del Napo... Que los
pueblos examinados sean informados de estos resultados. Los pueblos examinados
tienen el derecho a saber el resultado existente de tales estudios hechos a las
aguas y personas. A la vez, pedimos que se amplíe el estudio para incluir aguas
subterráneas. El agua es nuestra vida,
si ella está contaminada corremos el riesgo nosotros y nuestros hijos. No
somos ciegos frente a tantas enfermedades raras que aparecen”.
Admiro
la actitud de defensa y protección de la Amazonía por parte de aquellos hombres
y mujeres, líderes valientes, guardianes de nuestros bosques. Estas actitudes
me seguían formando.
4. Amenazas versus Resistencias
Al
final del 2011, Mons. Miguel Olaortua, Vicario Apostólico de Iquitos, asume
también el Vicariato San José del Amazonas. Depositando su confianza en el
trabajo que veníamos realizando, continuamos con los proyectos gracias al apoyo
de Misereor. Cuando evaluamos la primera etapa de la formación itinerante de
líderes sociales en el Napo, empezamos a pensar en cómo acercarnos a otras
cuencas, el Putumayo, el Amazonas y el Yavarí. Escuchando a los misioneros y
agentes de pastoral, nos percatamos que por esos años se estaba implementando
en la región de Loreto un conjunto de Megaproyectos, el llamado IIRSA – Iniciativa
para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana – es un mecanismo institucional de coordinación
de acciones intergubernamentales de doce países suramericanos, que tienen el
objetivo de construir una agenda común para impulsar proyectos de integración
de infraestructura de transportes, etc. Veíamos que la amenaza era inminente
para los pueblos indígenas. No bastaba con promover colectivos para la
vigilancia y monitoreo de la implementación de los megaproyectos IIRSA en
Loreto. Empezamos a trabajar con las organizaciones regionales y con la sociedad
civil. En el Napo nos unimos para fortalecer la promoción de jóvenes para
estudiar la Educación Intercultural Bilingüe. De igual modo, el Proyecto
Recrearte, se trataba de un trabajo articulado con voluntarios para dedicarnos a
los niños y niñas kichwas cada verano por siete años. No podíamos dejar de
escuchar tanto a niños y jóvenes.
Era
octubre del 2012. En ocasión de la conmemoración de los 100 años de la encíclica Lacrimabili Statu Indorum del Papa Pío X, nos reunimos las Iglesias Hermanas del
Perú, Colombia y Brasil en La Chorrera – Amazonía colombiana, para junto a los
pueblos muruy muinane, bora, entre otros, hacer un gesto simbólico rescatando
la Resistencia de los Pueblos
Indígenas. Recuerdo aquel “Discurso de la conmemoración de los 100 añosdel etnocidio en La Chorrera”, pronunciado por Raul Teteye
Ugeche, Rector del Colegio Indígena Casa del Conocimiento, quien con voz fuerte
dijo: "Todavía quedan suficientes indios…" Esta fue la frase que impidió a los
“civilizados” tan siquiera vislumbrar el daño que a todo nivel estaban haciendo
con el aniquilamiento de las comunidades
indígenas de estas tierras”. Entre el 1900 y el 1930 fueron
desapareciendo cientos de pueblos originarios amazónicos. Los capitales
ingleses tienen mucho que responder en medio de todo este imaginario. Nuevamente
esos rostros continuaban dibujándose en mis momentos de oración.
¿Qué podemos hacer como Iglesia junto a los pueblos indígenas?
En
todo momento la labor misionera nos presenta grandes desafíos por asumir. En
cada visita además de Anunciar a Jesús decidimos solo escuchar y escuchar. Porque
escuchar es lo más profundo que un misionero puede intentar hacer. No basta con
escuchar el silencio en medio de los bosques y de la aguas de los ríos; no
resulta suficiente, no lo es todo. Hay un grito, y muy fuerte que estamos
llamados a escuchar, y hacerlo nuestro. Se trata de unir nuestras voces a ese
grito. Nuestra oración en la selva tiene un solo grito. No podíamos quedarnos
en una actitud de silencio. Un misionero en la Amazonía no puede estar
tranquilo, no debe dejarse encantar o seducir con lo que viene de afuera. El
Samay, ese espíritu es quien nos acompaña en el discernimiento. Con una actitud
intercultural de apertura, respeto y escucha continuamos insertándonos en esta
realidad que nos sorprende, pero que también, nos empuja a sumarnos a esta nueva
resistencia que viven hoy los pueblos de la Amazonía.
Después
de unos años de acompañar y de dejarnos acompañar también; porque en realidad
cada persona, cada niño, cada anciano, cada rostro nos regalaba esa chispa que
hacía arder esa pasión por estar con ellos, vivir con ellos, ser parte de ellos.
Por lo cual, no se trataba solo de aprender la lengua indígena, ni tampoco de
beber el masato y celebrar con ellos el bautismo y los matrimonios, de lo que
se trataba era de tener ese espíritu
para resistir. Es increíble, de solo pensarlo, tener un momento de
meditación para cuestionarnos ¿cómo es posible que estos pueblos sigan resistiendo en
medio de toda una historia de dolor, de abandono?, ¿qué hay en ellos que continúan
danzando, cantando y celebrando? La respuesta es una: Es esa fe en Pachayaya. Ese Padre de la Tierra y de la Eternidad que ellos respetan y escuchan.
Un Dios que no está “arriba”, sino, es quien camina por los bosques, y que visita
las familias para pedir de comer o beber o simplemente para invitarte a
trabajar a la minka. Un Dios que hace la kamachina –la corrección y el consejo–. Esa corrección que los ancianos y
kuyllur runas lo convierten en oración de perdón en cada celebración dominical.
Llegar a lo concreto junto a los pueblos
El naporuna
no vive pensando en cosas abstractas. Su cultura los lleva a lo concreto. Los valores naporunas reflejan bien esa
relación que ellos tienen con Dios, con la comunidad, con el bosque y su
territorio. Por eso cada reunión con la comunidad puede durar más de lo que uno
puede imaginar. Aprendí que sus tiempos no son mis tiempos. Debo como misionero
aprender a caminar al ritmo que ellos tienen. Yo soy solo un invitado, uno que
es bienvenido, que intenta entrar en la cultura.
El
año 2013 se filtra la información del llamado “Plan Amazonas”, que con sesgo militar se va metiendo en medio de
los pueblos amazónicos bajo la forma de “estrategia social”. Pero los trabajos
con las federaciones seguían su curso. Finales del año 2014 las dos
federaciones de la cuenca presentaron al gobierno central su trabajo: la Agenda Indígena Política compartida de los distritos Torres Causana y Napo.
Esa Agenda lleva por nombre: “Shuk
Yuyaylla, Shuk Shunkulla, Shuk Shimilla, Shuk Makilla, Kasna Kawsana”, que significa:
“Una
sola idea, un solo corazón, un solo lenguaje, una sola mano para vivir bien”.
Ambas
federaciones – conscientes de que pueden participar y aportar de manera
efectiva en el desarrollo local, regional y nacional y de ser actores de su
propio desarrollo, sobre la base del “Napuruna Alli Kawsana” –el “Buen
Vivir” de los Naporunas–, elaboraron dicha Agenda. De manera
participativa las dos organizaciones indígenas, junto a las autoridades
estatales y a las organizaciones civiles locales, recogieron y plantearon así sus
demandas, aspiraciones y propuestas sobre las que han reflexionado de manera
conjunta por más de tres años. Como resultado han llegado a consensos en las
demandas y propuestas en relación a estos temas:
(1) Seguridad jurídica y territorio; (2)
Educación bilingüe intercultural; (3) Salud
intercultural; (4) Cuidado de los recursos naturales y ambiente; (5) Consulta
Previa; (6) Mujer y liderazgo organizacional.
Como
Iglesia con rostro indígena nuestro compromiso sigue siendo el de seguir
acompañando los procesos que siguen. La elección del Papa Francisco fue un
signo de esperanza para las organizaciones indígenas de los pueblos del Napo.
La encíclica Laudato Si’, hace que
estos procesos sigan su curso. No fue fácil ningún en momento de todo este recorrido,
que duró siete años. Estoy convencido observando cada rostro en cada pueblo
indígena, que Jesús para nosotros en la Amazonía, realmente tiene rostro
indígena.
Roma, 16 de mayo del 2019