Hacia un diálogo intercultural. Una propuesta desde la Amazonía


Después de haber vivido una experiencia académica en Roma y de haber participado en el Sínodo Amazónico, poder sistematizar algunas reflexiones y plasmarlas por escrito, es una tarea gratificante. Este artículo ha sido escrito sobre la base del Joint Diploma en Ecología Integral que estudié en el 2018. Es un artículo que se ha presentado para ser publicado en la Revista Medellín. No cabe duda que sigue siendo un tema que nos exige desde dentro y hacia fuera de la Iglesia una mayor profundización: el diálogo intercultural. 


Roberto Carrasco Rojas, OMI


Padre Yánkuam’ Jintia - uno de los precursores del diálogo intercultural en la Amazonía



Introducción


Papa Francisco nos ha desafiado: «ha llegado el momento de volver a prestar atención a la realidad con los límites que ella impone, que a su vez son la posibilidad de un desarrollo humano y social más sano y fecundo»[1]. Ha llegado el momento de arriesgar. Y porque el diálogo es indispensable y en el dialogar se corren riesgos. No podemos evitar estos riesgos porque ellos son inevitables en el diálogo; así nos lo recuerda Canevaro[2]. Por lo tanto, es hoy obligatorio dialogar acerca de lo que está sucediendo a la Casa Común.


El diálogo es más que una opción, es una convicción. Siguiendo la lógica de Paulo Freire, el diálogo es encuentro, es una exigencia existencial: «el diálogo es el encuentro de los hombres para ser más»[3]. Con él nos volvemos críticos. Con el diálogo se está en conexión con la preocupación por los pobres y la situación que existe en el ambiente natural[4]. La antropología enseña que dialogar 

«significa arriesgar, ponerse en juego para inmolarse, trascendiéndose a uno mismo, a la propia visión del mundo, a las propias certezas y verdades, para dejarse poner en discusión por el otro y abrirse al “nuevo camino” que el otro propone»[5].
 

Porque el ser humano tiene una vocación que le habla al corazón, se trata de «la exigencia imperiosa del diálogo, su “santidad”, consiste en el éxodo del propio “yo” hacia el “tú”, que cada ser humano debe cumplir para realizar su “verdadera” humanidad»[6]

Por ende, si queremos ubicar este proceso de diálogo en un contexto como la Panamazonía, nos exige a todos algo más que una simple conversación. Exige interactuar, escuchar, abrirse a la novedad. Y este es el objetivo de este ensayo, que empecemos un proceso de reflexión teniendo como base la encíclica Laudato si’, y lo que el Papa Francisco llama: diálogo intercultural[7].

  

I. Una mirada a la realidad socio política desde la Amazonía


Es el Papa Francisco quien nos pone en contexto al señalar que la sociedad post moderna experimenta diversos cambios, como «revolución digital, robótica, biotecnologías y nanotecnologías»[8], solo por mencionar algunos ejemplos. «Tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales»[9] que se han vuelto materia de discusión en diversas esferas de diálogo. La Iglesia en América Latina, junto a sus pastores, dando respuesta a la llamada del Papa Francisco en la Laudato si’, previo al último Sínodo, ha expresado su preocupación por lo que viene aconteciendo, no solo en el planeta, sino específicamente en la región: «observamos que, a escala planetaria, la crisis de un modelo de economía cuyas políticas han conducido, en no pocos países, a que se acentúen los niveles de pobreza, desigualdad, agotamiento de los bienes naturales y destrucción ambiental»[10]. Incluso, haciendo eco las palabras del Pontífice: «Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos»[11]; quieren también denunciar este paradigma tecnocrático dominante que nos pone en condiciones de perder el sentido de la totalidad y de las relaciones[12], no sólo con la natura sino con todos los pueblos, sobre todo de la Panamazonía. 

Pues bien, repensemos el diálogo como una apuesta urgente a trabajar. Decía Freire: «no hay diálogo, […], si no existe una intensa fe en los hombres»[13], encontramos así que se exige un proceso de cambio, de conversión, tema que el Sínodo Panamazónico lo propone como ese camino por recorrer. Si ubicamos esta exigencia de dialogar en un contexto específicamente amazónico, podemos asumir lo que Eva Gugenberger afirma, que: «no basta con hablar la otra lengua, sino que estos tiempos, donde los conflictos van en aumento, no solo se necesita de conocer códigos y reglas de comunicación»[14], es hasta incluso necesario, invertir más tiempo y energía en este proceso. Un diálogo que nos exige redefinir no sólo códigos, sino también valores. 

Una situación peculiar se da en la Panamazonía. En ella hay una fuerte presencia de empresas transnacionales extractivas, quienes de la mano de los gobiernos de turno, vienen desarrollando políticas extractivas y fomentando modelos económicos de desarrollo que contrastan con las propuestas del Buen Vivir. Frente a ello, los pueblos indígenas proponen un diálogo sincero acerca de cómo entender, por ejemplo, el concepto de desarrollo desde una mirada y cosmovisión amazónicas. Por lo tanto, en un contexto como este, ¿qué estamos entendiendo por diálogo? Luego, ¿qué nos propone el diálogo intercultural? 

Papa Francisco, recogiendo expresamente las palabras del Documento de Aparecida, hará suyas la preocupación de los Obispos latinoamericanos, subrayando que en esta región del planeta, se han generado «propuestas de internacionalización de la Amazonía»[15]. A partir de allí, la Iglesia empezó a asumir el reto de dar una respuesta efectiva a esta urgencia pastoral y misionera. Desde la creación en el 2013, de la Red Eclesial Panamazónica –REPAM– se ha desarrollado todo un proceso de escucha que ha guiado satisfactoriamente el Sínodo realizado en Roma en octubre pasado.

En este proceso de escucha se ha detectado que en los últimos años, «el índice de conflictos por causa de proyectos que explotan los bienes del subsuelo, se ha venido incrementando en el continente»[16]. Este crecimiento de diversos conflictos sociales se han ido agravando a causa de no saber gestionar procesos de diálogo y de transformación de conflictos, donde los tres actores no logran dar el salto decisivo respecto al diálogo.

En contextos como este, la Iglesia Católica juega un papel de facilitador de diálogo. Ella ha dado pasos importantes para discutir el tema. Tenemos la creación de la REPAM y todos los preparativos que llevaron la puesta en marcha del Sínodo del 2019. Hoy es materia y prioridad eclesial. Se ha introducido en el Sínodo Panamazónico el concepto opción preferencial por los pueblos indígenas[17]. Es el momento que las Iglesias hermanas se escuchen mutuamente[18], volviéndose esta actitud en un signo esperanzador para esa conversión integral que el Sínodo reclama. En otras palabras, esta labor no es sólo de mediación sino también de promoción de una cultura de diálogo. Se trata, por tanto, de tomar postura y desde el Evangelio optar por el vulnerable. Esto significa: acompañar procesos, caminar con los pueblos, y actuar de acuerdo a los criterios que la Doctrina Social de la Iglesia nos enseña[19].

  

II. Dos conceptos que nos desafían: Interculturalidad – Comunicación intercultural


En esta segunda parte conviene tener en cuenta sobre la base de qué conceptos nos movemos. Si «la comunicación es interacción»[20], entonces, como tal es un elemento fundamental en la vida de los seres humanos, porque ella ayuda a satisfacer necesidades, sea instrumentales, sociales, como culturales[21]. Queremos con estos conceptos comprender mejor este proceso de comunicación humana en un contexto concreto, el intercultural y el amazónico.


 

Interculturalidad


María Heise, lo define así: 

«La interculturalidad es la situación de respeto, tolerancia, intercambio y diálogo productivo entre los diferentes grupos étnicos y culturales, en el que cada uno aporta a los otros. Es la solución al problema de choque de culturas, a la pérdida de identidad, marginación y olvido. La interculturalidad es la meta a la que debe aspirar y por la que debe trabajar todo demócrata que busca la igualdad de consideraciones y derechos en la diversidad de culturas»[22].
 

En concordancia con la autora, se necesita un compromiso en valores y principios compartidos.

Por otro lado, Milton J. Bennett cuando se refiere al concepto intercultural, lo presenta como un particular tipo de interacción o de comunicación entre las personas, donde la diferencia de cultura juega un rol en la creación de significados[23].



Comunicación intercultural


Milton J. Bennett cuando desarrolla el porqué es importante la comunicación intercultural, afirma que dada nuestra historia respecto al manejo de las diferencias, no es sorprendente que el tema de comprensión, aprecio y respeto por la diversidad sea el foco de todas las prácticas de comunicación intercultural. La comunicación intercultural, o sea, la comunicación entre personas de diferentes culturas, se funda en el principio de la diversidad[24]. Por ende, debe ser conducida con suficiente conocimiento.


En la misma línea, Pech – Rizo y Romeu, apuntan que 

«la comunicación intercultural no se circunscribe a la comunicación entre culturas antropológicamente hablando, sino a la interacción entre universos simbólicos diferentes que engendran no sólo percepciones y representaciones de sí mismos y de los otros, sino interrelaciones concretas que en términos pragmáticos implican comunicación»[25].
 

Asimismo, Miquel Rodrigo Alsina subraya que «lo que caracteriza, la mayoría de las veces, a la comunicación intercultural es el desconocimiento que se tiene sobre las otras culturas»[26]. Es de suma importancia trabajar la formación en competencia intercultural: «habilidad de las personas de actuar de forma adecuada y flexible al enfrentarse con acciones y expectativas de personas pertenecientes a grupos culturales distintos»[27].

Se exige la importancia de poner en marcha esas actitudes que nos ayuden a comprender esta doble dinámica que implica la interculturación[28]: el otro aprende de mí, pero también soy yo quien aprendo del otro.

 

III. Dialogar sin distancias, sobre todo en la Panamazonia


Queremos afrontar el tema a la manera del Papa Francisco, con una apertura al diálogo sin distancias[29]. Actitud que Antonio Spadaro resalta del Pontífice. Entonces, si alguno pensase que el diálogo intercultural es una cuestión utópica, convendría asumir lo que el mismo Bergoglio escribía, acerca de la utopía: es la forma que toma la esperanza en una concreta y determinada situación histórica[30]. En un contexto de Nueva Evangelización tal actitud exige conversión. Exigencia que se ha dejado oír tanto en el proceso pre sinodal, como sinodal, y nos exige ahora asumirlo en este proceso postsinodal.

Audaces son esas experiencias misioneras las que hoy nos animan a ser una Iglesia en salida[31]. Entre los pueblos indígenas de la Amazonía peruano – ecuatoriana, traemos a la memoria a: Juan Marcos Mercier (Padre Coquinche), Luis Bolla (Padre Yánkuam’), y a José Miguel Goldáraz (Padre Achakaspi), entre otros. Misioneros que han asumido comportamientos, pero sobre todo, actitudes que hoy el Sínodo Panamazónico llama conversión.


El ser humano, es un ser –en relación con los demás de su especie–, no sólo comparte una lengua, costumbres, valores, formas de pensar o actuar; no sólo vive o se encuentra en medio de la diversidad, sino que también, hace uso de aquello que le es propio: dialogar y/o conversar. Al respecto, Marco Aime nos afirma que, nuestra mente se alimenta de relaciones: lo somos porque nos relacionamos entre nosotros y con el mundo que nos rodea. Es por tanto, en la experiencia del diálogo que la mente se forma, modela, vive, crea y evoluciona[32]. La actitud que desafía a la gran mayoría de la sociedad en general, y por consecuencia, a la Iglesia, es aquella actitud que toca lo más profundo de nuestro ser: la dignidad de sentirme igual frente al otro, de abrirme a su comprensión y de permitir que también el otro descubra en mí, más de aquello que nos une, de aquello que nos separa.



Diálogo


Si hablamos de relación, intercambio, participación, producción de significados, compartir símbolos culturales, entre otros, todo esto nos lleva a pensar en un concepto fundamental para la concretización de estos actos. Y este concepto es: el diálogo.

El concepto diálogo deriva del griego dià-légein: dià indica separación; légein significa hablar, pero un hablar vinculante, que reúne. Por lo tanto, a través del diálogo, lo que está separado, lo diferente está unido. El diálogo presupone el encuentro de alteridad y un esfuerzo de relación que pasa por escuchar y reconocer al otro como interlocutor (el elemento de la reciprocidad)[33].

Al hacer una lectura atenta a todo el proceso de escucha y diálogo previo al Sínodo del 2019, vemos que el diálogo se ha vuelto el «motor central de la negociación […] el diálogo es el más poderoso medio de estímulo en toda negociación […]. La mejor negociación consiste en dialogar»[34]. Se ha ya empezado un proceso postsinodal, donde dialogar exige saber hacerlo.



Diálogo, una exigencia y desafío hoy


En este siglo XXI, están surgiendo factores como la confrontación, el conflicto social, los rompimientos de políticas y relaciones entre países, naciones, incluso, sociedades y/o culturas, que marcan nuevos desafíos. Las nuevas tecnologías han creado nuevos tipos de relaciones. Pero este impacto cultural provocado por las tecnologías no es nuevo. Científicos como Griswold, Mike Featherstone y Rogers Burrows se interrogan sobre las consecuencias de la revolución tecnológica producida por los nuevos medios y cuáles serían sus impactos en nuestros días[35]. El Papa Francisco lo advierte: «las dinámicas de los medios del mundo digital que, cuando se convierten en omnipresentes, no favorecen el desarrollo de una capacidad de vivir sabiamente, de pensar en profundidad, de amar con generosidad»[36].

Siguiendo la línea trazada por Bergoglio cabe recordar: Evangelizar hoy la Panamazonía implica «primerear: […] La comunidad evangelizadora […] sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos […]. ¡Atrevámonos un poco más a primerear! […], involucrarse»[37].  Evangelizar la Panamazonía implicaría primero salir, visitar, adentrarse, navegar entre los profundos ríos, y las bellezas de sus quebradas y bosques. Pasar de una pastoral de visita a una pastoral de presencia[38]. Por ello, el documento final subraya «una actitud de abierto diálogo»[39] frente a una realidad pluriétnica, pluricultural y plurireligiosa. Otro componente importante en este nuevo camino de conversión pastoral.

Es aquí donde se hace eco las palabras del Papa Francisco: «Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos»[40]. En consecuencia, allí está el desafío que nos lanza el Pontífice, «esta encíclica se abre a un diálogo con todos, para buscar juntos caminos de liberación»[41]. Un desafío incluso, para el no creyente. A causa de esto, nuestra vocación como Iglesia sería «escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres»[42]. Y así fue, este eco se hizo sentir en Puerto Maldonado – Perú en enero del 2018 cuando Francisco expresó: 

«considero imprescindible realizar esfuerzos para generar espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos; asumiendo y rescatando la cultura, lengua, tradiciones, derechos y espiritualidad que les son propias. Un diálogo intercultural en el cual ustedes sean los “principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios”. El reconocimiento y el diálogo será el mejor camino para transformar las históricas relaciones marcadas por la exclusión y la discriminación»[43].


  

Hacia un diálogo intercultural


El Ministerio de Cultura del Perú, a través de la Dirección General de Ciudadanía Intercultural, ha desarrollado políticas en materia de interculturalidad, pueblos indígenas y población afroperuana. Con el objetivo de promover la diversidad cultural y la lucha contra la discriminación étnica, se afirma: 

«el diálogo intercultural es un proceso de comunicación e intercambio que puede traducirse en la interacción entre dos o más individuos y/o grupos que provienen de diferentes orígenes o culturas, donde cada uno de ellos manifiesta sus ideas, opiniones, brinda información y/o busca establecer acuerdos o aceptación de divergencias en un ambiente de respeto y reconocimiento de las diferencias culturales, a través de relaciones de simétricas y de reciprocidad»[44].

Dada la pluralidad cultural existente en el Perú, y frente a las reformas para modernizar el Estado, este documento enfatiza de que el diálogo intercultural, «se trata de un proceso que abarca el intercambio abierto y respetuoso de opiniones entre personas y grupos con diferentes tradiciones y orígenes étnicos, culturales, religiosos y lingüísticos, en un espíritu de entendimiento y respeto mutuos»[45].

 Otra definición la encontramos en el Libro Blanco: 

«Por diálogo intercultural se entiende un proceso que abarca el intercambio abierto y respetuoso de opiniones entre personas y grupos con diferentes tradiciones y orígenes étnicos, culturales, religiosos y lingüísticos, en un espíritu de entendimiento y respeto mutuos. La libertad y la capacidad para expresarse, pero también la voluntad y la facultad de escuchar las opiniones de los demás, son elementos indispensables. El diálogo intercultural contribuye a la integración política, social, cultural y económica, así como a la cohesión de sociedades culturalmente diversas. Fomenta la igualdad, la dignidad humana y el sentimiento de unos objetivos comunes. Tiene por objeto facilitar la comprensión de las diversas prácticas y visiones del mundo; reforzar la cooperación y la participación (o la libertad de tomar decisiones); permitir a las personas desarrollarse y transformarse, además de promover la tolerancia y el respeto por los demás»[46]


Queda como tarea el respondernos ¿qué estamos entendiendo por diálogo intercultural en este proceso de conversión pastoral?


 

Desde la Amazonía peruana - ecuatoriana, algunas experiencias misioneras de diálogo intercultural


Nos viene a la mente una serie de experiencias y vivencias que la práctica misionera nos regala. Estas transmitidas y compartidas, hacen que la reflexión nos lleve a desarrollar una Teología desde la experiencia. Y en este sentido la misión entre los pueblos de la Amazonía tiene un matiz muy enriquecedor. La Teología es capaz de encontrarse y dialogar abiertamente con otras culturas, de por sí diferentes, porque ha sabido encontrar en estas culturas, aquellos elementos que nos unen más, de aquellos que nos separan. Son esos valores (Semillas del Verbo), lo que nos toca identificar. Porque 

«los pueblos originarios son pueblos profundamente espirituales y conscientes de esa realidad espiritual que nos constituye, nos relaciona y nos define. Quienes trabajamos pastoralmente con ellos, nos acercamos –como Moisés ante la zarza ardiente– con los pies descalzos, porque tocamos tierra sagrada»[47].

  
En Puerto Maldonado, Papa Francisco dijo a los pueblos indígenas presentes allí: 

«Quise empezar por aquí la visita a Perú. Gracias por vuestra presencia y por ayudarnos a ver más de cerca, en vuestros rostros, el reflejo de esta tierra. Un rostro plural, de una variedad infinita y de una enorme riqueza biológica, cultural, espiritual. Quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir, el tesoro que encierra esta región»[48]


Francisco reconoce con sinceridad toda esta riqueza, sabiduría y conocimiento que los pueblos amazónicos pueden ofrecer a toda la Iglesia para retomar un nuevo proceso de Evangelización.


En este contexto se mueve hoy el Espíritu en la Iglesia Panamazónica. Una Iglesia que articula sus experiencias misioneras entre los indígenas, donde «las culturas marcan diferencias simbólicas, ideológicas, materiales y fronteras geográficas entre pueblos y grupos sociales»[49]. Y es justamente allí, entre las diferentes personas y culturas que «existe la dificultad de la comunicación»[50].

Paulo Suess afirma categóricamente: «la comunicación, la hermenéutica y el diálogo intercultural nos introducen a un debate»[51]. La llamada comunicación intercultural de la fe[52]  que nos desafía a hacer teología desde nuestras experiencias misioneras. Empezaremos por presentar, algunas ‘propuestas de diálogo intercultural’ que surgen recorriendo ríos, cochas y quebradas.



Juan Marcos Mercier, OFM[53]

El Padre Coquinche, como comúnmente lo llamaban, dedicó casi cuatro décadas de su vida conviviendo con los pueblos naporunas. A inicios de los años 60, llegó a la jurisdicción del Vicariato Apostólico San José del Amazonas, un misionero canadiense que cobró fuerza al asumir el reto de evangelizar las poblaciones indígenas de la cuenca del río Napo, en la región Loreto – Perú. Fue el iniciador de la primera experiencia de Educación Intercultural Bilingüe en Perú, denominada: Programa de Educación Bilingüe Intercultural del Alto Napo (PEBIAN). La periodista ecuatoriana Milagros Aguirre[54], entrevistó en exclusiva a los sacerdotes, al capuchino español, José Miguel Goldáraz, OFM Cap y Juan Marcos Mercier, OFM haciendo de sus testimonios un interesante libro –traducido incluso al italiano–[55] que recoge la experiencia misionera con los pueblos kichwas, huitotos, secoyas, entre otros de la cuenca del Napo peruano – ecuatoriano.


Los años 70 eran tiempos de reformas en el Perú. Las poblaciones indígenas empiezan a ser reconocidas como pueblo. Leyendo la historia, muchos pueblos por varias décadas fueron sometidos a situaciones de esclavitud[56]. Eran caucheros o terratenientes provenientes de Europa, asentados en la ciudad de Iquitos, los primeros responsables de lo que hoy se llamará “el Etnocidio Cauchero”. Los pueblos indígenas de la Amazonía que supieron resistir a la vorágine de estas empresas, vivieron situaciones extremas de abandono y exclusión, incluso de separación de sus territorios. Con este contexto se encuentra el Padre Coquinche, quién al convivir con los naporunas, analiza los dos grandes problemas que encontró: el del territorio y el de la educación[57]. Entonces, emprendió la tarea en medio de una selva no solo difícil sino también lejana. Decía Juan Marcos Coquinche que sólo lo imposible es estimulante. Es así como pasa la vida en el río, visitando las casas, buscando por iniciar la educación bilingüe en el río Napo. El año 1973 en Iquitos, Perú realizó dos cursos en lengua kichwa para profesores mestizos. Fue una manera muy audaz de empezar esta experiencia[58]. Conocer, rescatar y valorar las tradiciones, mitos y creencias que los pueblos contaban, aprendiendo con ello la lengua originaria, que la supo transmitir y enseñar.


Un misionero que entró en la cultura. Fueron muchos años donde pudo registrar lo que escuchaba de la gente, sobre todo de los ancianos y autoridades comunales. Empezó lo que él llamará, un renacer entre los napurunas. Su testimonio lo aclara: 

‘me volvía indígena entre los indígenas. […] Soy un convertido. Esta conversión, este renacer me llena, me gusta, me permite estar en unión con Dios y con el cosmos de una manera diferente, de una forma que jamás lo había pensado’[59].  

 

Su libro por excelencia “Napu runapa rimay”[60], representa el fruto de todo ese proceso de escucha. En él sistematizó y perennizó los mitos y la historia del pueblo napuruna.


En uno de sus escritos se dejaba sentir lo que los ancianos indígenas le enseñaban: «La Naturaleza tiene sus Madres, sus Kurakas. Los Espíritus cuidan de la Naturaleza. Nosotros también las cuidamos. La selva no debe acabarse»[61]. Vemos en la simplicidad de cada expresión como se puede ver un profundo sentido de pertenencia y de respeto, no solo por el otro sino también, respeto por la naturaleza. Para los napurunas, la tierra y el río lo es todo. Es sin duda, esa actitud de escucha y de respeto lo que le dio los elementos para comprender la cultura napuruna.


Respecto al tema de cómo es la relación con Dios y los valores espirituales naporunas, Padre Coquinche escuchó de los ancianos: 

«Los indios de América somos muy religiosos. Sabemos que el mundo tiene su Padre o su Madre. Nosotros los indígenas tenemos nuestra propia manera de vivir con Dios. Tenemos nuestras creencias, nuestras reglas de conducta. Tenemos una espiritualidad de cazadores, de pescadores, de chakareros. Repetimos ritos antiguos. Tenemos nuestros objetos sagrados, nuestros lugares sagrados, nuestros textos sagrados, tenemos también nuestros tiempos sagrados […] Desde antiguo tenemos las enseñanzas de Dios Nuestro-Padre y buscamos hacerles caso. Lo que cuentan nuestros padres no son cuentitos para divertir niños. Son historias sagradas para enseñarnos una sabiduría, una espiritualidad, una conducta de vida»[62]

 

Estos testimonios representan hoy para nosotros ese desafío que la comunicación intercultural, a través del diálogo intercultural, puede lograr. Es oportuno aquí el cuestionamiento que hace Bennet: ¿Cómo contribuye la comunicación a crear un clima de respeto, y no solo tolerancia,  hacia la diversidad?[63]. Una pregunta que nos la tenemos que hacer con una total humildad y abiertos al accionar del Espíritu Santo en la Iglesia.


 

José Miguel Goldáraz, OFM Cap[64]

Junto al Padre Coquinche se encuentra, pero al otro lado de la frontera, otro misionero con quien compartía sus aventuras en la misión. Es llamado por los pueblos naporunas ecuatorianos, el Padre Achakaspi[65]. Su espíritu misionero todavía hoy lo lleva a recorrer en canoas todos los pueblos de la cuenca del Napo ecuatoriano. Por décadas junto al Padre Coquinche recogieron testimonios de los ancianos de cada pueblo, elaborando con los años importantes textos para comprender no sólo la lengua, sino también la vida misma. Escribía una dedicatoria en uno de sus libros: 

«A la Amazonía, comunidad de mitos y leyendas. Espacio único para el goce de la armonía y del eterno dinamismo de los espíritus. Para los naporunas, inigualables maestros de la vida más “original” que lo que cualquier intelectual pudiera imaginar. Donde las utopías se hacen vida cotidiana y la fantasía es la “puritica” verdad»[66].

 
Aprender la lengua kichwa, convivir con ellos, asumir la cultura, pero sobre todo aprendiendo sus valores, llevó a estos dos misioneros a sistematizar estos mitos y leyendas que escuchaban de boca de los ancianos del pueblo. Del mismo modo, siguiendo la lógica de Ricoeur, cuando se refiere al texto bíblico; podríamos señalar que las narraciones, los mitos y los símbolos “hacen pensar” y dan ojos para ver la realidad humana biológica y física, en modos nuevos y éticamente significativos[67]. Y esto es lo que hace rica esta propuesta intercultural. Que estos relatos no se pierdan, sino que permanezcan en medio de la vida de los pueblos y del desarrollo de su cultura ancestral. De allí que el trabajo de años de los misioneros encierra una herencia grandiosa para comprender mejor la evangelización en estas tierras. Por lo tanto, las palabras del Papa Francisco siguen resonando entre los pueblos de la Panamazonía: «Quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir, el tesoro que encierra esta región»[68]. Una herencia sin duda con un grande contenido intercultural.



Luis Bolla, SDB[69]

El Padre Yánkuam’, conocido así por los pueblos achuar tanto del Ecuador como del Perú, es uno de los misioneros, proveniente de Italia, que se adentró a la Amazonía a inicios de los años 50. Podríamos llamar a esta experiencia misionera una de las más originales y radicales del postconcilio. Desentrañó los secretos de las culturas con aquel contacto, lo menos destructor posible. Sentía cierta disconformidad con el estilo de una misión tradicional. Al mismo tiempo, quería ir a un pueblo que jamás fue evangelizado. Y pidió ser admitido en medio de los jíbaros como huésped. No adquiriendo ninguna tierra, no fundando una misión. Viviría entre los achuar como huésped, adoptando su estilo de vida, comida, casa, pero sin perder su identidad de sacerdote y religioso. Sin ningún apoyo económico sea del Vicariato como de su congregación[70]. Y muchas otras aventuras misioneras que lo podemos encontrar en sus memorias misioneras[71].

 
Para establecerse en medio de los achuar, el Padre Yánkuam’ planteará una propuesta, que leída hoy, contiene esos elementos del diálogo intercultural del cual estamos reflexionando.  Era setiembre de 1971, escribía acerca del pueblo achuar: 

«para compartir mi vida con él, tratando de no imponer mi cultura, fortaleciendo su cultura e identidad, y ayudándolos a enfrentarse con la cultura envolvente más fuerte de los shuar y de los blancos y mestizos, sin perder su propio nombre, sus valores, ofreciéndoles la luz del mensaje del Evangelio, respetando su libertad»[72].  


Lo podemos considerar “el testamento intercultural” del Padre Bolla. Este misionero recoge un elementos fundamental para comprender la interculturalidad, se trata del respeto.


Se puede apreciar como la Iglesia en la Amazonía desde el encuentro “transamazónico” de Misiones[73] promovido por el Consejo Episcopal Latinoamericano, en Iquitos – Perú, el año 1971 ha mantenido una actitud de diálogo entre los obispos, misioneros, antropólogos, sociólogos, más o menos comprometidos con la compleja problemática del hombre y mundo amazónico, que ha significado y sigue significando una prioridad en la Misión y en la Evangelización. Basta con leer los nuevos caminos de conversión que plantea el Sínodo del 2019 para darnos cuenta de que esta actitud continua. En consecuencia, recorrer por estos nuevos caminos de conversión significa asumir la exigencia de una nueva actitud para «un diálogo constante»[74], esto implica «encontrar en los pueblos amazónicos un interlocutor válido para el diálogo y el encuentro»[75].



Conclusión


Dialogar es apertura al otro. No es sólo buena voluntad, se trata de que podamos exponer nuestro ser, lograr aceptar el universo del otro. Se trata de renunciar, pero renunciar a todo lo que nos impide conocer y abrirse a nuevas realidades. Es hora de «entrar en diálogo hacia respuestas integrales»[76], es hora de «superar individualismos»[77].

La interculturalidad es más que un desafío. Es nuestra identidad hoy. Cuando Maddalena Colombo escribe acerca de quién tiene miedo a la interculturalidad, señala que la idea de la interculturalidad nace de la voluntad por superar los enfoques a través del cual, en el tiempo se ha regulado la convivencia entre personas y grupos de diversas matrices culturales. Ni el asimilacionismo, ni el multiculturalismo (melting pot) han llevado al anulamiento de los conflictos, por tanto, las esperanzas se ha puesto en la “tercera vía”, la de la interculturalidad[78]. La interculturalidad es un asunto donde todos estamos llamados a involucrarnos, no solo para desarrollarla, sino para ejercitarla. Es una tarea de naturaleza interdisciplinar[79], donde la Iglesia a través del Sínodo Panamazónico nos invita a vivir y a practicar[80]. Es un modo obligatorio de evangelizar hoy. Más aún, hay una fuerte necesidad de formación en competencia intercultural[81].

Sin embargo, dialogar en un contexto intercultural no es suficiente. Hay otro principio que se une al principio del diálogo, es “el principio de la escucha”. Allí está la riqueza de estos dos principios[82]. Ambos se cruzan, se complementan, se abren el uno al otro. Ambos constituyen en ser los dos principios fundantes de todo proceso de reflexión, de educación, de evangelización, de crecimiento en el espíritu que es uno. En términos de la Encíclica, el llamado consiste en vivir la conversión ecológica, osea, se trata de hacer una experiencia de gratitud y gratuidad, de disponibilidad para la renuncia y de generosidad creativa e propositiva (LS 220)[83].

El diálogo intercultural en la Panamazonía continúa siendo parte de su práctica misionera. Los diferentes encuentros de la Pastoral Indígena, los encuentros de las Comunidades Eclesiales de Base y ahora en la REPAM son la expresión de que el diálogo y la escucha son posibles.

Otro elemento que va de la mano con esta actitud es la preocupación por la casa común. Fe en Dios pero también cuidando nuestra “casa grande”. Y nos referimos a un Dios que le ha dado a la creación un carácter dialógico. «Por esto, siendo la creación ‘expresión o dicción de Dios’ es en cierto modo una manifestación natural de Dios»[84]. Es más, con la palabra, una historia comienza: es el inicio del diálogo[85]. La reflexión teológica nos ayuda a comprender cómo en medio de esta creación, los pueblos indígenas dialogan con Dios. Y cómo a través de este contacto con la natura, logran una profunda conexión de fe y vida, expresado en la gama de sus valores que sostienen esta relación con Dios, con los demás y con todo lo creado. En la Panamazonía «la práctica de la cultura y sus valores son el lugar de encuentro con Jesús que se encarna en ellos. El Reino de Dios para Jesús está allí donde se viven los valores»[86].

En fin, insiste Francisco en su afán de que comprendamos la Laudato si’. Un grito surge en el Sínodo: «Para caminar juntos, la Iglesia de hoy necesita una conversión a la experiencia sinodal. Es necesario fortalecer una cultura de diálogo, de escucha recíproca, de discernimiento espiritual, de consenso y de comunión…»[87]. Urgente el diálogo pero en clave intercultural.

 

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Notas bibliográficas:


[1] FRANCISCO, Encíclica Laudato si’, Madrid, BAC, 2015, 116.

[2] CANEVARO, Andrea. "Ci può essere dialogo al riparo da ogni rischio?", en Laurent MAZAS – Gabriele PALASCIANO (Eds.). La provocazione del Logos cristiano. Il Discorso di Benedetto XVI e le sfide interculturali, Italia: Rubbettino, 2017, p. 47.

[3] FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido, Madrid: Siglo XXI, 2017, p. 88.

[4] Cf. WHELAN, Gerard Kevin. "La persona umana: causa o soluzione della crisi ecologica?", en YAÑEZ H. M. (Ed.). Laudato si’. Linee di lettura interdisciplinari per la cura della casa comune, Roma: Gregorian & Biblical Press, 2017, p. 110.

[5] CICCHESE, Gennaro. Antropología del diálogo. Hacía el “entre” de la interculturalidad, Buenos Aires: Ciudad Nueva, 2011, p. 56.

[6] CICCHESE. Antropología del diálogo. Hacía el “entre” de la interculturalidad, p. 56. 

[7] Cf. FRANCISCO, Encuentro con los pueblos de la Amazonia. Discurso del Santo Padre. Coliseo Madre de Dios (Puerto Maldonado) (consultado el 17 de noviembre del 2019, http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2018/january/documents/papa-francesco_20180119_peru-puertomaldonado-popoliamazzonia.html)”.

[8] FRANCISCO. Laudato si’, 102.

[9] FRANCISCO. Laudato si’, 38.

[10] CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, Carta Pastoral: Discípulos misioneros custodios de la Casa Común, Bogotá, 2018, 28.

[11] FRANCISCO. Laudato si’, 53.

[12] Cf. FRANCISCO. Laudato si’, 101, 110.

[13] FREIRE. Pedagogía del oprimido, p. 87.

[14] Cf. GUGENBERGER, Eva (Ed.). Comunicación intercultural en América Latina. ¿Del conflicto al diálogo?, Frankfurt: Peter Lang, 2003, p. 7.

[15] V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Documento conclusivo, (consultado el 27 de noviembre de 2019, http://www.celam.org/aparecida/Espanol.pdf)”, 86. También en FRANCISCO, Laudato si’, 38.

[16] CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, Carta Pastoral, 10.

[17] Cf. Documento Final del Sínodo especial para la Amazonía, (consultado el 12 de diciembre de 2019, http://www.sinodoamazonico.va/content/sinodoamazonico/es/documentos/documento-final-de-la-asamblea-especial-del-sinodo-de-los-obispo.html)”, 27.

[18] Cf. KÖRNER, Felix. "Dialogo come collaborazione. Come nella casa comune tutto è in relazione", en Humberto Miguel YAÑEZ (Ed.). Laudato si’. Linee di lettura interdisciplinari per la cura della casa comune, Roma: Gregorian & Biblical Press, 2017, p. 119.

[19] Cf. PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, (consultado el 26 de noviembre del 2019, http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html)”.

[20] PECH SALVADOR, Cynthia – Marta RIZO GARCÍA – Vivian ROMEU ALDAYA. Manual de Comunicación Intercultural. Una introducción a sus conceptos, teorías y aplicaciones, Alemania: Editorial Academia Española, 2011, p. 40.

[21] Cf. PECH SALVADOR – RIZO GARCÍA – ROMEU ALDAYA. Manual de comunicación intercultural, 10.

[22] HEISE, María (Ed.). Interculturalidad. Creación de un concepto y desarrollo de una actitud, Lima: Programa FORTE-PE/Ministerio de Educación, 2001, p. 13.

[23] Cf. BENNETT, Milton J. Principi di comunicazione interculturale. Paradigmi e pratiche, Milano: FrancoAngeli, 2015, p. 29.

[24] Cf. BENNETT. Principi di comunicazione interculturale. Paradigmi e pratiche, p. 24.

[25] PECH SALVADOR – RIZO GARCÍA – ROMEU ALDAYA. Manual de comunicación intercultural, p. 40.

[26] ALSINA, Miquel Rodrigo. La comunicación intercultural, Barcelona: Anthropos, 2012, p. 64.

[27] PECH SALVADOR – RIZO GARCÍA – ROMEU ALDAYA. Manual de comunicación intercultural, p. 40.

[28] Cf. PANIKKAR, Raimon. Pluriversum. Per una democrazia delle culture, Milano: Jaca Book, 2018, p. 20.

[29] Cf. SPADARO, Antonio. Testimone senza filtri. Jesus. XL. (mar; 2018), p. 47.

[30] Cf. BERGOGLIO, Jorge Mario. Papa Francesco. Scegliere la vita. Proposte per tempi difficili, Milano: Bompiani, 2013, p. 10.

[31] Cf. FRANCISCO. Encíclica Evangelii gaudium, Lima: Paulinas, 2013, 24.

[32] Cf. AIME, Marco. Cultura, Torino: Bollati Boringhieri, 2013, pp. 60-61.

[33] Cf. GIACCARDI, Chiara. La Comunicazione interculturale nell’era digitale, Bologna: Il Mulino, 2012, pp. 17-18.

[34] BILBENY, Norbert. Reglas para el diálogo en situaciones de conflicto, Madrid: Catarata, 2016, pp. 67-68.

[35] Cf. GRISWOLD, Wendy. Sociologia della cultura, Bologna: Il Mulino, 2015, p. 222.

[36] FRANCISCO, Laudato si’, 47.

[37] FRANCISCO. Evangelii gaudium, 24.

[38] Cf. Documento Final del Sínodo especial para la Amazonía, 40.

[39] Documento Final del Sínodo especial para la Amazonía, 23.

[40] FRANCISCO. Laudato si’, 14.

[41] FRANCISCO. Laudato si’, 64.

[42] FRANCISCO. Laudato si’, 49.

[43] FRANCISCO. Encuentro con los pueblos de la Amazonia.

[44] MINISTERIO DE CULTURA, Diálogo Intercultural. Pautas para un mejor diálogo en contextos de diversidad intercultural, (consultado el 18 de noviembre de 2019, https://centroderecursos.cultura.pe/sites/default/files/rb/pdf/DIALOGO%20INTERCULTURAL%20-%20A5.pdf)”, p. 11.

[45] MINISTERIO DE CULTURA, Diálogo Intercultural, p. 11.

[46] CONSEJO DE EUROPA, Libro blanco sobre diálogo intercultural, (consultado el 21 de noviembre de 2019, https://www.coe.int/t/dg4/intercultural/Source/Pub_White_Paper/WhitePaper_ID_SpanishVersion.pdf), p. 21.

[47] CABRERA OVALLE Julio. "Dei verbum y Verbum Domini en perspectiva indígena", en CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO – CELAM, Teología India. V Simposio de Teología India. Revelación de Dios y pueblos originarios, Vol. V, Bogotá: Departamento de Cultura y Educación, 2015, p. 105.

[48] FRANCISCO, Encuentro con los pueblos de la Amazonía. 

[49] SUESS, Paulo. Teología de la misión. Convocar y enviar: siervos y testigos del Reino, Quito: Abya – Yala, 2007, p. 187.

[50] SUESS. Teología de la misión, p. 187.

[51] SUESS. Teología de la misión, p. 189.

[52] Cf. SUESS. Teología de la misión, pp. 187-199.

[53] OFM – Orden de Frailes Menores.

[54] Milagros Aguirre Andrade, (Quito, Ecuador, 1967), periodista y escritora. Ha colaborado en revistas como Iconos, País Secreto, entre otras. Como editora ha trabajado en el CICAME – Centro de investigación cultural de la Amazonía ecuatoriana. Trabaja como redactora de temas amazónicos en el diario El Comercio de Quito y forma parte del equipo de la Editorial Abya Yala – Ecuador.

[55] Cf. DONNARUMMA, Anna Maria (Ed.). L’Utopia dei Puma, Roma: Pro.Do.C.S. Editore, 2013.

[56] Para profundizar en el tema podemos leer los testimonios recogidos in situ por el antropólogo peruano Chirif, quien afirma que «este libro se justifica si sirve para reafirmar la hipocresía de una sociedad que se reclama occidental, cristiana y civilizada pero que ha llevado, por afán de lucro, a la destrucción de sociedades».  Cf. CHIRIF, Alberto. Después del caucho, Lima: Lluvia Editores - Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), 2017.

[57] Cf. DONNARUMMA (Ed.). L’Utopia dei Puma, p. 168.

[58] Cf. DONNARUMMA (Ed.). L’Utopia dei Puma, p. 168.

[59] Cf. DONNARUMMA (Ed.). L’Utopia dei Puma, p. 179.

[60] MERCIER, Juan Marcos. Nosotros los napu-runas. Napu runapa rimay. Mitos e historia, Iquitos: CETA, 1975.

[61] COQUINCHE MERCIER, Juan Marcos. Pequeña historia cultural de nuestro pueblo indígena, Iquitos: CETA, 1991, p. 13.

[62] COQUINCHE MERCIER, Pequeña historia cultural de nuestro pueblo indígena, p. 41. 

[63] BENNETT. Principi di comunicazione interculturale, p. 23.

[64] OFM Cap – Orden de Frailes Menores Capuchinos.

[65] Achakaspi, en lengua kichwa. Traducido al español: “palo de hacha”. Cf. GOLDÁRAZ, José Miguel. Diccionario cultural del Napo. Español/kichwa, Kichwa/español, Quito: Editorial Ecuador, 2011, p. 65.

[66] GOLDÁRAZ, José Miguel. Napo mayumanta runakunapak sumak yuyarina yachaykuna, Quito: CICAME, 2005, p. 2.

[67] Cf. MICALLEF, René Mario. "Laudato si’ e la sua metodologia: un critico ascolto delle scienze empiriche?", en Humberto Miguel YAÑEZ (Ed.), Laudato si’. Linee di lettura interdisciplinari per la cura della casa comune, Roma: Gregorian & Biblical Press, 2017, p. 37.

[68] FRANCISCO. Encuentro con los pueblos de la Amazonia. 

[69] SDB – Salesianos de Don Bosco.

[70] Cf. BOLLA, Luis. Mi nombre es Yánkuam’. El encuentro del Evangelio con los Achuar. Mis memorias misioneras, Lima: Editorial Salesiana, 2015.

[71] Cf. ARCHIVO HISTÓRICO SALESIANO ECUADOR. Diario del P. Yánkuam’. I - XIV, Ecuador: AHSE, 2018.

[72] BOLLA, Luis. El pueblo de la wayús: los Achuar, Lima: Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, 1993, pp. 17-18.

[73] Cf. PERAL, Gabino.  El éxodo de la Iglesia en la Amazonía. Documentos pastorales de la Iglesia en la Amazonía Peruana, Iquitos: Ediciones Paulinas – CETA, 1976.

[74] FRANCISCO. Evangelii gaudium, 231.

[75] Documento Final del Sínodo especial para la Amazonía, 42.

[76] FRANCISCO. Laudato si’, 60.

[77] FRANCISCO. Laudato si’, 208.

[78] Cf. COLOMBO, Maddalena. "Chi ha paura dell’interculturalità? Pensiero e azione per riprendere il dialogo in Europa", en Laurent MAZAS – Gabriele PALASCIANO (Eds.). La provocazione del Logos cristiano. Il Discorso di Benedetto XVI e le sfide interculturali, Italia: Rubbettino, 2017, p. 73.

[79] Cf. CHEN, Ling (Ed.). Intercultural Communication, Boston: De Gruyter, 2017, p. 3.

[80] Documento Final del Sínodo especial para la Amazonía, 41.

[81] Cf. GIUSTI. Il logos e gli scambi nella formazione al pensiero interculturale, p. 87.

[82] Cf. BOLOGNESI Ivana – Stefania LORENZINI. Pedagogia interculturale. Pregiudizi, razzismi, impegno educativo, Bologna: Bononia University Press, 2017, p. 301.

[83] Cf. MORANDI, Simone. "Ecologia integrale, tra scienza e teologia", en Humberto Miguel YAÑEZ (Ed.). Laudato si’. Linee di lettura interdisciplinari per la cura della casa comune, Roma: Gregorian & Biblical Press, 2017,  p. 66.

[84]  CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO, Carta Pastoral, 66.

[85] Cf. CANEVARO. Ci può essere dialogo al riparo da ogni rischio?, p. 45.

[86] CARRASCO, Roberto. "Revelación de Dios (Pachayaya) en la cultura originaria naporuna", en CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO – CELAM, Teología India. V Simposio de Teología India. Revelación de Dios y pueblos originarios, Vol. V, Bogotá: Departamento de Cultura y Educación, 2015, p.115.

[87] Documento Final del Sínodo especial para la Amazonía, 88.